Los oshiires son de origen relativamente reciente, ya que aparecieron gradualmente durante la segunda mitad del Período Edo.
De una manera muy general, un oshiire está cerrado por fusuma (puertas corredizas).
En principio, un oshiire es del tamaño de un tatami, y está dividido en dos por el medio.
Para almacenarlo, nunca se debe rodar el futón, sino doblarlo en tres.
Como hace referencia en su novela, Nagasaki, publicada en 2010, el escritor Éric Faye, inspirado por un evento real que ocurrió en Japón en 2008, describe el uso del oshiire, por parte de una mujer, para vivir en silencio durante semanas en casas desconocidas sin que las personas que la habitan se percaten de ella.