El pánico de 1893 fue una depresión económica en los Estados Unidos que empezó en 1893 y concluyó en 1897.
Situaciones similares ocurrieron en otros estados, como: Dakota del Sur (46%), Minnesota (44%), Montana (41%) y Colorado (34%).
Esto creó una tendencia a la baja en los precios, que sólo podía revertirse con un aumento de las exportaciones.
Pero esto no resultó ser muy viable, ya que la competencia por los mercados mundiales era feroz: Egipto e India surgieron como fuentes rivales en el mercado del algodón, mientras que otros productores incrementaron la exportación de cereales.
Esta situación provocó una caída en el precio de los productos agrícolas en los Estados Unidos.
Estas construcciones incrementaron la demanda de: madera, carbón, hierro y acero.
[2] El auge terminó con una quiebra en 1894, cuando aproximadamente una cuarta parte de todos los ferrocarriles quebraron.
Debido a que las especies (oro y plata) se consideraban como el único dinero real, cuando las personas veían el futuro con dudas, acumulaban metales y rechazaban el papel.
En Alemania, la contracción duró tres veces más que el promedio del período 1879-1902.
No fue hasta mediados de 1895 que Europa comenzó a revivir.
Las circunstancias se moderaron durante los primeros meses de 1891, aunque el oro fluyó hacia Europa y las quiebras comerciales siguieron siendo altas.
Si bien los factores internos llevaron a precipitar una importante recesión en los Estados Unidos, la contracción europea operó como un poderoso depresor.
A medida que los inversionistas extranjeros vendían sus tenencias de acciones estadounidenses por dinero fuerte, el metálico abandonaba los Estados Unidos.
Acosadas por sucesivas contracciones del crédito, muchas empresas esencialmente sólidas quebraron.
Entre 1892 y 1896, jugó un papel fundamental como fuerza de izquierda en la política estadounidense.
Creado en 1891 como resultado del movimiento populista, el Partido del Pueblo alcanzó su cenit en las elecciones presidenciales de 1892, cuando su terna de candidatos, compuesta por James B. Weaver y James G. Field, obtuvo el 8,5% del voto popular y ganó cinco estados (Colorado, Idaho, Kansas, Nevada y Dakota del Norte) y en las elecciones a la Cámara de Representantes de 1894 donde consiguieron nueve escaños.
(las tasas son por 100 personas)[10] El movimiento por la Plata Libre (Free Silver) surgió de una sinergia entre intereses agrícolas y mineros.
Los cultivadores buscaban revigorizar la economía y acabar así con la deflación, que les obligaba a reembolsar los préstamos con dólares cada vez más caros.
Rumores sobre las dificultades financieras en la Compañía de Cordaje Nacional (NCC, por sus siglas en inglés), cuyas acciones eran las más negociadas en el momento, llevaron a sus acreedores a pedir el pago inmediato de sus préstamos, y la empresa se declaró en quiebra como resultado.
La empresa, fabricante de cuerdas, había intentado acaparar el mercado del cáñamo importado.
El enorme aumento del desempleo, mezclado con la pérdida de los ahorros de toda la vida en bancos quebrados, significó que una clase media alguna vez segura no podía cumplir con sus obligaciones hipotecarias.
Quinientos bancos cerraron, 15.000 negocios quebraron y numerosas granjas dejaron de operar.
La expansión ferrocarrilera volvió a aumentar en 1895, pero fue detenida en 1897 por otra depresión económica.
[16] En 1893, el año posterior al pánico, una cuarta parte de todo el kilometraje ferroviario se fue a la quiebra.
[18] En 1894, el Ejército de los Estados Unidos intervino durante una huelga en Chicago para evitar daños a la propiedad.
Además, nuevas industrias estaban ascendiendo rápidamente y las manufacturas estaban reemplazando a los productos agrícolas como los productos básicos y las exportaciones del país.
La era reveló los contornos de un orden económico industrial-urbano emergente que presagiaba grandes cambios para los Estados Unidos.
Aquellos a quienes la depresión golpeó con más fuerza, así como a gran parte del público en general y de las principales iglesias protestantes, reforzaron su conciencia cívica sobre la reforma monetaria y bancaria, la regulación de los negocios en el interés público y las relaciones laborales.
Aunque el liberalismo decimonónico y la tradición de nihilismo administrativo que favorecía seguían siendo viables, la opinión pública comenzó a inclinarse lentamente hacia el activismo y el intervencionismo gubernamentales asociados a las sociedades industriales modernas, erigiendo en el proceso la base intelectual para el impulso reformista que se denominaría El progresismo en la América del siglo XX.