Esa noche, el hombre duerme en una cama delante de la mesa y al día siguiente le cuenta su sueño a la maga, concretamente si la diosa se le ha aparecido en sueños y si se ha acostado con ella o no.
Si el «tratamiento» tuvo éxito, el hombre dona a la diosa un pithos, una estela ḫuwaši o una estatua.
El huso y la rueca eran entre los hititas atributos femeninos, al igual que en el resto de culturas posneolíticas.
Las interpretaciones anteriores entendían que el pene del hombre sólo podía orinar, pero no eyacular.
Más bien parece una alusión a la sodomía y, en general, un desprecio hacia la homosexualidad masculina.