Pablo Roces Lamuño

Gracias a su defensa del absolutismo ya en la guerra contra los franceses, su lucha en favor del absolutismo monárquico adquirió presencia y fama en la vida pública, acerando su pluma contra todo lo que pudiera suponer una manifestación de liberalismo, incluso contra los gobernadores del Obispado.

Al morir Fernando VII abrazó la causa de don Carlos María Isidro de Borbón, Carlos V para los carlistas, siendo ejecutado por las tropas Isabelinas por ello.

El Claustro de la Universidad de Oviedo celebró funerales solemnes por el Rector Pablo Roces Lamuño, el luchador realista ejecutado en 1834.

Se llamó a Lamuño «primer mártir de la lealtad asturiana» y se calificó con los adjetivos de desleales, cobardes y perjuros, a los liberales sublevados en Oviedo.

Se pensó en levantar un monumento al bachiller en el lugar del campo de San Francisco donde fue ejecutado y la gente sencilla y supersticiosa, muy dada a lo sobrenatural y extraordinario, temía pasar por aquellos alrededores pues se decía que por las noches aparecía una paloma blanca, que era el alma del realista muerto, la que se presentaba, parece, no como alma en pena, sino triunfante, a la manera del espíritu de Santa Eulalia, en el martirio.