Pau Claris convocó la Junta General de Brazos, que se erigió en la institución rectora de la nueva situación, hizo oficiales los compromisos con Francia y la secesión y emitió deuda pública para financiar los gastos militares.
Cataluña se encontró siendo el campo de batalla de la guerra entre Francia y España e irónicamente pasaron a la situación que durante tantas décadas habían intentado evitar: Sufragar el pago de un ejército y ceder parcialmente su administración a un poder extranjero, en este caso el francés.
Luis XIII nombró un virrey francés y llenó la administración catalana de conocidos pro-franceses.
Mercaderes franceses comenzaron a competir con los locales, pero favorecidos por el gobierno francés que convirtió a Cataluña en un nuevo mercado para Francia.
Todo esto, junto a la situación de guerra, la consecuente inflación, plagas y enfermedades llevó a un descontento de la población que iría a más conscientes de que su situación había empeorado con Luis XIII respecto a la que gozaban con Felipe IV.