Tras la Segunda Guerra Mundial, el nuevo propietario, el español Carlos de Beistegui e Itúrbide, acometió importantes obras de restauración, intentando devolver el edificio a su primitivo esplendor.
En 1951 Beistegui ofreció en el palacio una fiesta de las más aclamadas por la alta sociedad del momento, a la que acudieron los más representativos miembros de la aristocracia internacional, la alta costura, el cine, la clase política y la pintura.
El acontecimiento fue registrado por la cámara del fotógrafo Cecil Beaton para la revista Vogue.
[2] En 1964 la familia propietaria subastó la propiedad, que adquirió la RAI, para establecer la sede regional en el Véneto, ente público que realizó obras de restauración, tanto en el edificio como en las obras de arte del interior.
En el ático se dispusieron águilas heráldicas de la casa Labia.