[1] Días antes México, Brasil y Ecuador habían anunciado la presencia de personas contagiadas en sus territorios.
[8][9][10] Correspondió a un ciudadano italiano de 62 años que había viajado a la República Dominicana el 22 de febrero y cayó enfermo el 24 del mismo mes, cuando fue transferido al Hospital Militar Ramón Lara en Santo Domingo desde el hotel de playa en Bayahibe en donde vacacionaba.
Todos los afectados hasta esa fecha habían estado fuera del país en las últimas dos semanas.
[16] La paciente, llamada Oneida Herrera, haciendo uso de su libertad y derechos ciudadanos conferido por la Constitución, optó por no ser enviada a Santo Domingo para estar en aislamiento después de recibir su diagnóstico de COVID-19 positivo, y regresó a su casa.
[18] Dos semanas después (al 27 de marzo), la provincia Duarte sólo es superada por las dos grandes zonas urbanas del Distrito Nacional/ Santo Domingo y Santiago en cuanto al número de casos (60) y muertes (13).
Y aunque no existe evidencia científica para determinar que ese grupo de casos parece haberse originado alrededor de las personas que estuvieron en contacto cercano con Oneida Herrera, algunas personas se aventuran a creer que sí.
[24][25] Tres días después, el coronel Kalil Haché igualmente murió por COVID-19 en el Hospital Militar Ramón de Lara.
[30] Sin embargo, muchos residentes en el área del Gran Santo Domingo se resistieron a la medida: en la primera noche, 1,714 fueron arrestados durante el toque de queda;[31] en la segunda, 2,102.
[35] Otros ciudadanos, llenos de la histeria y la paranoia generada por la difusión mediática sobre el tema, solicitaron a sus autoridades tomar medidas similares para supuestamente evitar casos; lo cual se demostró como una medida torpe, agresora y anticientífica..[36] A medida que fueron surgiendo opciones y nuevos tratamientos para combatir el virus del COVID-19, se habló de la posibilidad de que el plasma convaleciente o hiperimune[37] fuera una opción viable a tratar.