Esta parábola sugiere que "incluso los mejores siervos de Dios siguen siendo indignos porque sólo han cumplido con su deber y nada más".
[3] Nadie, "por muy virtuoso o trabajador que sea, puede poner a Dios en deuda".
[1] Jesús no aprueba este trato abusivo del amo.
Lo que hace es aprovechar una realidad cotidiana en aquellos tiempos y enseña cual debe ser la postura de la criatura con su Creador.
Desde el nacimienta hasta la bienaventuranza eterna, todo viene dado por Dios como un gran regalo por lo que el hombre siempre estará en deuda con Dios por más servicios que haga porque no pasarán de ser una pobre correspondencia a todos los inmensos recibidos.