Entonces el servidor, echándose a sus pies, le suplicaba: "¡Señor, ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo!".
[3] No hay precedente en las escrituras bíblicas de que un deudor pague sus deudas desde la cárcel.
También establece que otros pueden venir y pagar la deuda en su nombre, liberándolos de la prisión.
Una deuda que no se puede pagar resultó en la esclavitud del acreedor o en la venta en el mercado de esclavos.
La cifra «setenta veces siete» en el lenguaje hebreo viene a equivaler al adverbio «siempre».