Las parroquias controlaban los bautismos y enterramientos de sus pobladores.
[1] Estas funciones administrativas y civiles fueron erosionándose a medida que se iba consolidando la estructura estatal y se iban generando otras figuras para ejercer el poder local.
[2] En el fogaje de 1495 se nombraban 16 parroquias con estos fuegos:[2] Los fuegos de la mayor parroquia San Pablo, se detallan por calles: No se incluía en la división parroquial ni la morería extramuros ni el Campo del Spital ni el Barrio Nuevo (judería).
La división parroquial, pese a ir cada vez perdiendo funciones, se mantuvo durante los siglos siguientes.
Su origen histórico generó que fueran cada vez más descompensadas, con las parroquias exteriores creciendo frente a un Casco Histórico constreñido urbanísticamente.