Su padre, Pascal Loko, que también había sido futbolista, fue el principal mentor de su carrera deportiva, así como la de su hermano William Loko, también futbolista profesional.
En 1992 Loko sufrió la muerte prematura de su hijo por leucemia, un trágico suceso que determinaría su fragilidad psicológica en años próximos.
En el Nantes, Loko formó una histórica delantera con Nicolas Ouédec y Reynald Pedros, que llevarían al club canario a una edad dorada en la primera mitad de los años noventa.
Loko volvió a ser titular en la final europea, aunque en esta ocasión los franceses se vieron superados por el Fútbol Club Barcelona de Ronaldo.
Consiguió 9 goles en sólo 20 partidos, pero fueron insuficientes para evitar el descenso a la Division 2.
Para seguir en la máxima categoría, el verano de 1999 firmó por el Montpellier HSC, donde se reencontró con sus excompañeros del Nantes, Ouedec y Pedros, aunque nunca llegaron a jugar los tres juntos.
Loko se alineó en cinco partidos del torneo y marcó un gol.
Posteriormente, participó en dos partidos de homenaje: en 2000, cuando Francia se enfrentó a una selección Mundial, y en 2004, en el partido Francia - Brasil disputado para commemorar el centenario de la FIFA.