Su estrategia implica dar prioridad a la producción nacional e invertir en diversas industrias y regiones.
El patriotismo económico, según la definición de Ben Clift y Cornelia Woll, se refiere a tomar decisiones económicas que priorizan ciertos grupos, empresas o industrias en función de su estatus regional.
Sin embargo, la naturaleza regional o a veces multinacional de estos grupos dificulta establecer un vínculo directo con un estado específico.
Esto plantea un problema al intentar aplicar el principio del patriotismo económico a estas entidades.
La sensibilidad del sector energético, en particular, ha resaltado la necesidad de una acción colectiva a nivel regional.
Es una visión defendida por políticos estadounidenses como Ro Khanna, quienes buscan restaurar y diversificar la economía de la nación.
Robert Hockett señala que este enfoque se inspira en la lucha histórica de los Estados Unidos por la autonomía productiva, donde el país resistió el estatus colonial y abrazó la autosuficiencia.
[5] El representante estadounidense Ro Khanna ha abogado por un plan de "Nuevo Patriotismo Económico" para restaurar el liderazgo estadounidense en la fabricación y tecnología, y para respetar a los trabajadores que ayudarán a lograr ese objetivo.
Como parte de este esfuerzo, el gobierno respaldó una campaña para proteger la marca local Csiki frente a Heineken.
Argumentan que la política es tanto proteccionista como ineficaz, y ha dañado la imagen de Francia a los ojos del mundo.
[16] En 2007, Alistair Darling, el nuevo canciller del Tesoro en Gran Bretaña, criticó la política del presidente francés Nicolas Sarkozy de fomentar campeones industriales nacionales, a lo que se refirió como "patriotismo económico".
Darling argumentó que dichas políticas tenían naturaleza proteccionista y dañarían el libre comercio.
Los funcionarios franceses, por otro lado, defendieron su política y desestimaron las preocupaciones sobre su impacto en los objetivos presupuestarios de la Unión Europea.