Paz, piedad y perdón

Primero había ocupado la Cornisa Cantábrica durante la ofensiva del Norte, y durante la primavera de 1938 había conseguido dividir en dos la zona republicana en el Levante, a la altura de Castellón, tras las derrotas republicanas en Teruel y Aragón.

La opinión pública consideraba que la derrota final era inevitable y muy cercana en el tiempo.

Había un distanciamiento entre el presidente del gobierno y figuras políticas destacadas como Indalecio Prieto, que había sido destituido como ministro de Defensa, así como con el presidente de la República, Manuel Azaña.

La mediación pactada, con apoyo del Reino Unido, quedaba, no obstante, como una posibilidad.

En estos momentos Azaña, que durante la guerra había estado en un segundo plano, tomó cierta iniciativa política, con riesgo de sobrepasar sus competencias constitucionales.

[3]​ Los historiadores remarcan que estas llamadas al cese de la guerra y la negociación no se realizaron con la República ya perdida, «sino cuando estaba caliente y bien mediada», antes de la última gran ofensiva militar para recuperar la iniciativa en el Ebro.

[6]​ Azaña señala el daño más grave que la guerra estaba provocando en España:

Azaña, autor y orador del discurso, mantuvo un tono pausado, alejado de la arenga política.

En El Socialista se reduce la terna final a «Piedad y perdón».

Intenta dejar a un lado la idea de bandos y centrar la reflexión sobre España:

Arzallus Se han considerado las palabras de Azaña como una muestra sincera de la posibilidad de reconciliación pese a la violencia desencadenada en la guerra y algunos autores ven sus herederos intelectuales en Dionisio Ridruejo y Joaquín Ruiz-Giménez, ambos del bando sublevado (franquista), con responsabilidades públicas relevantes en el primer franquismo y alejados luego del régimen, que apostaron en la posguerra por «aceptar a los derrotados».

[21]​ Al reseñar la biografía de Francisco Franco escrita por Paul Preston, Joaquín Estefanía usa la antítesis Franco-Azaña, tomando este discurso como eje: El mismo Preston habla de una «tercera España», y opone el «paz, piedad y perdón» de Azaña frente a «la sangre como redención, que proponía el general Franco».

Mapa de España dos años después del inicio de la guerra a finales de 1938.
El Saló de Cent de Barcelona acogió el acto.
El discurso como noticia de portada del periódico El Socialista del día siguiente.