Se trata del sermón más famoso de Edwards, y a menudo es estudiado y analizado por teólogos e historiadores, proporcionando un ejemplo sobre la teología del "Gran Despertar" de entre 1730 - 1755.
"No existe nada que pueda salvar a los pecadores del infierno, sólo el deseo de Dios."
Sólo regresando a Cristo se puede evitar el terrible destino presentado por Edwards.
Jonathan Edwards fue interrumpido muchas veces antes de finalizar el sermón por personas lamentándose, llorando y gritando "¿Qué debo hacer para salvarme?."
Aunque ha recibido numerosas críticas, todavía continúa siendo leído actualmente, más de 270 años después.