Peder Schumacher

Vorde alaba sus extraordinarias dotes, su dominio de las lenguas clásicas y su dedicación al trabajo.

En 1654 el joven Schumacher viaja al exterior durante un lapso de ocho años, para completar su educación.

Los eventos que tuvieron lugar durante esta época en Inglaterra mientras estaba en Oxford le interesaron en gran medida.

En 1665 Schumacher obtuvo su primer puesto político como secretario del rey, y ese mismo año compuso la memorable Kongelov (Ley Real).

Al morir Frederick III (1670) Schumacher era el consejero real de su mayor confianza.

Cristián V estaba impresionado por la confianza que su padre le tenía a Schumacher.

No solo ello, sus cualidades de dirección se complementaban con un talento para organizar el cual se hizo sentir en cada departamento del estado, y con una maravillosa capacidad de adaptación que lo convertía en un gran diplomático.

Los nuevos baronazgos y condados, que debían su existencia exclusivamente a la corona, eran un poderoso solvente de los círculos aristocráticos.

Pero lo que Griffenfeld creaba, Griffenfeld necesitaba controlar, y no pasó mucho tiempo antes de que fuera a inmiscuirse en la jurisdicciones de los nuevos departamentos del estado mediante conferencias privadas con sus jefes.

Es difícil darse una idea clara de ello, en primer lugar porque su influencia estaba permanentemente entorpecida por tendencias opuestas; además la fuerza de las circunstancias lo obligaban a modificar numerosas veces sus posiciones; y finalmente porque consideraciones de carácter personal se entremezclaban con su política exterior, y la hacían más ambigua y difusa que lo que debería haber sido.

En breve, Griffenfeld tenía por objetivo elevar nuevamente a Dinamarca al rango de una gran potencia.

Un minucioso escrutinio de sus documentos, que duró casi seis semanas, no reveló nada traicionero ; pero proporcionó a los enemigos del estadista caído un arma mortal contra él en forma de una entrada en su diario privado, en el que había anotado imprudentemente que en una ocasión Christian V en una conversación con un embajador extranjero había hablado como un niño .

Griffenfeldsgade, una calle en Nørrebro, Copenhague, así como la isla Griffenfeld en el sureste de Groenlandia, fueron nombradas en su honor.

Peder Schumacher retrato de Abraham Wuchters en 1672.