Luego pasó a Lima, al Colegio de San Martín; y en la Universidad de San Marcos estudió ambos derechos, civil y canónico.
Precisamente, con poderes de esta institución municipal realizó un viaje a España.
Dado su brillante "curriculum", en el que se combinaban perfectamente una cultura amplia y una experiencia ya notable en asuntos del gobierno, Azúa empezó muy pronto a ocupar cargos importantes en la diócesis de Santiago.
Sarricolea confirmó a Azúa en los cargos de provisor y vicario general.
Azúa tomó posesión de su diócesis persornalmetne en la primera mitad del año siguiente, 1743.
Poco antes, se habían producido novedades importantes en la diócesis de Concepción.
Sobre el sínodo (contenido, celebración, valoración) tratamos ampliamente en los epígrafes que siguen a éste.
Su promoción a la sede metropolitana de Santafé (Bogotá, Colombia) cortó prematuramente su acción pastoral en Concepción, impidiéndole completar la ingente labor que se había propuesto.
Azúa se trasladó a Santiago y allí siguió en su lucha por la aprobación del sínodo.
También le retuvieron en Santiago determinados asuntos familiares que hubo de resolver.
Sucedió en la sede al agustino Diego Fermín Vergara, fallecido el 7 de febrero e 1744.
Su programa de actuación en Santafé fue similar al que, con tanto éxito, había llevado a cabo en Concepción.
Realizó en cuanto pudo la visita pastoral, redactó para el cabildo catedralicio unas reglas consuetas, dado que no existían más que unas pocas ordenanzas muy antiguas hechas por prebendados sin contar con el obispo y, además, contrarias a las disposiciones tridentinas.
Llegó a calificar a su archidiócesis de mala tierra, de infeliz país, que no se dará en el orbe gente tan desalmada.
Con todo ello, y sin voluntad ya de seguir luchando, Azúa decidió renunciar a la sede.