Pedro Núñez del Valle (Madrid, c. 1597-Madrid, 24 de septiembre de 1649) fue un pintor barroco español formado en Italia, donde asimiló la estética del caravaggismo, que contribuyó a introducir en la pintura madrileña del llamado Siglo de Oro.
A la muerte de Bartolomé González, en 1627, Núñez solicitó la plaza de pintor del rey que dejaba vacante y a la que aspiraban otros once pintores.
Vicente Carducho, Eugenio Cajés y Velázquez, a quienes Felipe IV encomendó calificar a los aspirantes, le propusieron en cuarto lugar, tras Antonio de Lanchares, Félix Castelo y Angelo Nardi.
Aunque no alcanzara el nombramiento deseado, fue llamado a trabajar con cierta frecuencia para la Corte: en 1633 pintó la ermita de San Juan en el Buen Retiro, en 1639, con otros muchos pintores, participó en la decoración del Salón Dorado o salón de comedias del Real Alcázar, donde se le encomendaron los retratos dobles de Felipe III y Felipe IV, monarca reinante, y de Enrique I con Alfonso IX.
El San Orencio de Huesca, datado en 1623,[4] es la obra fechada más antigua que se conserva de Núñez del Valle, con fuertes recuerdos de su paso por Italia, donde se formó en el estudio de la escuela romano-boloñesa a la vez que atento al caravaggismo representado por Artemisia Gentileschi y Cecco da Caravaggio.