Se mantenía siempre alerta y desconfiado, sentado en cuclillas o colocado a cuatro patas como un animal.
Comía hierba, verduras y carne crudas con avidez, pero no prestaba ninguna atención a los alimentos cocinados.
No le gustaba llevar vestimenta ni zapatos, pero terminó aprendiendo a usarlos.
Se ignoran los propósitos que guiaran las actuaciones de Arbuthnot ni qué procedimientos utilizara para examinar a Pedro, pues si llegó a redactar algún informe al respecto no ha quedado para la posteridad.
Pero nunca llegó a hablar y difícilmente logró articular unas cuantas palabras, apenas comprensibles.
Allí se le volvió a custodiar en la prisión, pero su anterior popularidad hizo que se le reconociera y que fuera devuelto a Hertfordshire, donde pasó el resto de sus días.
De acuerdo con el cirujano francés Serge Arole, quien ha escrito un estudio general sobre los niños ferales basado en archivos (L'Enigme des Enfants-loups o The Enigma of Wolf-children, 2007), casi todos estos casos son estafas escandalosas o historias totalmente ficticias.