La convocatoria y la subsiguiente predicación de la primera cruzada inspiró un creciente antisemitismo entre las poblaciones cristianas europeas.
En algunas partes de Francia y Alemania, los judíos eran percibidos como enemigos equivalentes a los musulmanes.
Las comunidades judías de Renania eran relativamente ricas, en parte debido a su aislamiento y en parte porque, al contrario que las comunidades cristianas, podían dedicarse legalmente al negocio del préstamo de dinero.
Sí que se habían producido algunas persecuciones de carácter regional, como la acaecida en Metz en 888, o en Limoges en 992.
Todos estos acontecimientos se enmarcan más en cuestiones gubernamentales o de regulación, y no tanto como ataques populares deliberados.
[5] Para proveerse, comenzaron a saquear los bienes y propiedades de los judíos mientras intentaban forzar su conversión al cristianismo.
La carta les exhortaba a entregar las provisiones que Pedro y sus hombres necesitasen.
[1] Las condenas del clero fueron ignoradas por motivos similares (no hubo excomuniones formales contra ninguna persona) y la gente creía que aquellos que predicaban en favor de la piedad a los judíos sólo lo hacían tras haber sido sobornados previamente por estos.
[1] El monje Gottschalk dirigió una cruzada desde Renania y el ducado de Lorena hasta Hungría, atacando ocasionalmente a las comunidades judías que había en el camino.
El emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Enrique IV, que se encontraba ausente en el sur de Italia, ordenó a los judíos que se protegieran cuando llegó a su conocimiento la cruzada de Emicho.
Sin embargo, no impidió que sus cruzados entrasen en la ciudad el 27 de mayo, con la consiguiente masacre.
Sin embargo, no pudieron mantener esa defensa a medida que seguían llegando cada vez más cruzados.
Emicho continuó hacia Hungría, y pronto se unieron más cruzados procedentes de Suabia.
El conde Emicho y algunos de los cabecillas escaparon hacia Italia o regresaron a sus hogares.
[10] Sin embargo, una carta judía contemporánea, escrita poco después del asedio, no menciona el incendio de la sinagoga.
[13] Numerosos judíos, junto con sus libros sagrados (incluyendo el Códex Aleppo) fueron mantenidos cautivos por Raimundo de Tolosa para exigir rescate por ellos.