Suele presentar cuerpo globular, con un asa "ahombrada" en su boca (que es estrecha y con un pequeño pico para facilitar el vertido del líquido contenido).
[2] En otras ocasiones se utilizada para transportar, conservar o servir el vino, como una damajuana.
Por su parte, el etnólogo José Guerrero Martín, la definió como barrila de un asa usada para conservar aceite, vinagre o licor.
En ocasiones, según la estética o fábrica del alfarero, se muestra con apariencia similar a diversas vasijas y botijas.
[3] En 1927, Julio Romero de Torres, tópico y típico pintor de Córdoba y la mujer morena, agranda la modesta perula regordeta hasta convertirla en una cantarilla totalmente vidriada en verde oscuro, como la loza tradicional producida en Lucena o Triana.