Anualmente se hace una reunión político-cultural en torno al árbol el tercer domingo de julio.
En el siglo XVIII el árbol era venerado por ser un símbolo de la Santísima Trinidad, pero en la segunda mitad del siglo XIX se convirtió en un símbolo nacionalista catalán, lugar de excursiones y aplecs catalanistas.
Jacint Verdaguer le escribió un poema en el que lo llamaba el «árbol sagrado de la patria».
A principios del siglo XX el propietario de la parcela donde se encontraba el pino la cedió a la Unió Catalanista, pero en la segunda década del siglo el árbol murió.
Sin embargo cerca de allí había otro pino más pequeño que se adoptó a partir de entonces como el nuevo símbolo patriótico catalán, diferenciándose entre el pino joven y el pino viejo.