Le fue difícil aceptar su homosexualidad y se describe a sí mismo como irascible.
En 1939, cuando tenía 16 años, mientras se encontraba en unos jardines públicos, los Square Steinbach, conocidos por ser lugar de ligue para hombres, le robaron el reloj, un regalo que le había dado su abuela para su reciente comunión.
Karl Buck, comandante del campo, le hizo jurar silencio sobre sus experiencias.
Durante los siguientes tres años viajó por toda Europa sin mucho recuerdo de acontecimientos, lugares y fechas.
Un día se encontró frente a un partisano que le rompió la mandíbula y como consecuencia perdió un diente.
Pasó allí tres días, cercano a la locura, pensando que lo habían olvidado.
Según se iba haciendo inminente la debacle alemana, su comandante lo invitó a desertar con él.
Poco después mataron al oficial y Seel se encontró solo, decidiendo rendirse a las tropas soviéticas, siguiéndolas hacia el oeste.
Salvó la vida dando un paso al frente del pelotón de fusilamiento y cantando La Internacional.
En Odesa, se hizo cargo del campo de refugiados en el que estaba, contrayendo malaria.
En su libro, Seel también denuncia el incremento de ataques homofóbicos en Mulhouse tras la Guerra.
Sus parientes más cercanos decidieron evitar el tema, mientras que otros miembros de su familia hacían chistes humillantes.
Tras comenzar a trabajar como encargado de almacén en un almacén de telas, Seel creó una asociación para ayudar a las familias pobres locales, asociación que les daba ropa y comida.
También se encargó de su anciana y enferma madre, la única persona con la que consiguió la suficiente cercanía para relatarle su experiencia.
En 1968 se vio atrapado por cuatro días en la Sorbona cuando fue enviado como observador por la asociación de padres local.
En 1979, mientras trabajaba para una compañía aseguradora, cuando todavía estaba intentando reconciliarse con su esposa, participó en un debate en una librería local para el lanzamiento en francés del testimonio de Hans Heger, Die Männer mit dem rosa Winkel (Los hombres del triángulo rosa).
Después del debate, Seel se encontró con los tertulianos, que aprovecharon la ocasión de hablar con un deportado francés superviviente.
Se preparó un encuentro al día siguiente que marcó el renacer de Seel.
El testimonio recogido por Jean-Pierre Joecker (fundador y director de la revista gay Masques) fue publicado anónimamente en la edición especial dedicada a la obra Bent, en 1981.
Al mismo tiempo comenzó el procedimiento oficial para recibir una compensación del estado.
Cuando se enteró de la verdad sobre su deportación, su esposa decidió no divorciarse y conformarse con la separación.