La flor de la pitahaya, que es tubular, hermafrodita como la mayoría de las cactáceas, es bella pero breve, pues parece deslumbrante por la mañana y a medida que empieza a sentir el calor del sol se deshidrata súbitamente.
Se abre una sola vez en las horas nocturnas y su penetrante aroma atrae a numerosos insectos.
Dicha corteza presenta grupos de espinas duras y agudas que se desprenden con facilidad, debiendo ser quitadas cuidadosamente antes de cosechar el fruto y evitar con ello sus pinchazos.
Es una fruta sabrosa que contiene una pulpa suave, dulce y blanda en los cultivares de color amarillo y carmesí en las variedades de piel roja, que suelen contener menos azúcar.
Son frutas sensibles a la presión y por ello difíciles de transportar.