Gracias a estas nuevas creaciones urbanísticas, totalmente desarraigadas con la antigua cultura de la zona, el Pla del Bonaire pasó a formar parte del entramado de barrios que rodeaban las ciudades industriales del siglo XX y que constituían el hogar de los trabajadores principalmente extranjeros.
Impulsados por la OSH (Obra Sindical del Hogar), pretendían satisfacer la escasa oferta de viviendas sociales en Tarrasa.
Al principio se pagaba un 10% de la cantidad global (entre 500.000 i 600.000 ptas., dependiendo de la superficie del inmueble) y, durante 25 años, lo que falte con mensualidades que giraban en torno a las 1000-2000 ptas.
Pero ni mucho menos el proyecto del barrio había finalizado: quedaba la parte más esencial; las infraestructuras.
Las construcción de las calles, el alcantarillado y el alumbrado público fueron los primeros objetivos que se marcaron para construir.
Una vez habitado el barrio, debía identificarse con un nombre, hasta ahora no definido.
Pero la elección del nombre fue todo un ejemplo de la participación y convicción ciudadana.
La insistencia de los vecinos, ignorando cualquier imposición burocrática, hizo que el barrio terminará llamándose “Pla del Bon Aire”.
Los materiales defectuosos, el escaso transporte y la atención limitada a las viviendas intensificó el aislamiento del centro de la ciudad.
También se extendieron los problemas a otros materiales de construcción, inapropiados o mal utilizados.
El CEIP Pere Viver y Americh fue una de las pocas infraestructuras que nació con la aparición del barrio, aunque con ciertas deficiencias, pasó a ser el principal equipamiento colectivo.
En el Pla del Bon Aire se empezó a construir en 1990 y en 1992, era inaugurado por el presidente Jordi Pujol.
La creación del Centre d'Esports Bon Aire y entidades deportivas como la Escuela de Futbol Bonaire o el Club Egara, supuso un fomento de la actividad deportiva del barrio y se incrementó la participación vecinal en actividades colectivas.
Tampoco fue fácil abrir el centro de deportes ya que, aun estando finalizadas las obras, las instalaciones no fueron operativas hasta que la presión de la asociación no consiguió ponerlas en marcha.
Gracias a la parroquia, se promueven actividades entre jóvenes como el Esplai del Bonaire.
Actualmente, y desde hace años, el esplai está totalmente desvinculado de la parroquia del barrio.