Se procuró establecer un sistema coherente de información e identificación visual capaz de "guiar al habitante hasta su destino sin preguntar nada a nadie".
[2] Con los años, sin embargo, su aplicación se tornó inconsistente y aunque no existió ningún plan similar que lo reemplazara distintas disposiciones fueron alterando los criterios previstos.
[8] Como parte del Plan Visual se rediseñaron los carteles nomencladores de calles y avenidas, función que hasta entonces cumplían placas esmaltadas en azul fijadas a las paredes de los edificios.
[2] González Ruiz y Shakespear decidieron reemplazarlas por señales ubicadas en las ochavas, separadas de la línea de edificación y sostenidas por postes cebrados a una altura establecida, hecho que constituyó en su momento una innovación rupturista.
[3][7][9] Originalmente las señales serían azules, como indicaba la normativa, pero técnicos de la Municipalidad ordenaron realizarlas en negro para poder adosarlas en los semáforos.