Aunque de origen ancestral, la celebración festiva se halla vinculada a la Pascua Florida.
Tras la plantada un joven asciende por el tronco de chopo, hasta veinte metros, para desatar las cuerdas que han servido para izarlo.
En la parte alta del chopo se solía colgar un conejo vivo atado por las patas con un cordel, a modo de cucaña, para que algún mozo subiera a desatarlo, realizando con ello una prueba de pericia y valor.
El chopo lo regalaba el Ayuntamiento, para que los mozos financiaran la fiesta vendiendo su madera a las serrerías locales, tras la plantada.
En los últimos años, sin embargo, las asociaciones locales están tratando de recuperla.