Los familiares habitaban este lugar y ejercían allí su derecho al duelo público.
Decidieron dejarlas como constancia de la ineficiencia e indolencia con que las autoridades las han tratado en todo momento.
[2] Pese a ello, cada año organizan una marcha conmemorativa que parte del templo del centro del pueblo y culmina con un acto solemne en dicha plaza, con la misma decisión con la que acuden a ella en la fecha en que cumpliría años cada uno de los jóvenes, porque fue ahí donde los asesinaron.
En esta intervención, se reconoce a los asesinados como víctimas, no como los "delincuentes" por los que los quiso hacer pasar la autoridad, combatiendo el estigma social que se genera bajo el manto de ideas descalificadoras como: “si les paso algo, es porque en algo andaban”, alimentando la impunidad y condenando al olvido lo ocurrido.
Ahora este espacio se habita con estas trece miradas y los familiares lo visitan especialmente cada 16 de agosto.