Inicialmente, el PO incorporó demandas como el derecho al divorcio, la patria potestad compartida y el aborto en su plataforma electoral, pero sin un análisis profundo sobre la opresión específica de las mujeres.
Las acciones del partido sobre esta cuestión, eran esporádicas y se limitaban a un marco general de "libertades democráticas".
[2] En los ENM, el partido adoptó una postura crítica hacia los métodos de deliberación y las reivindicaciones feministas, priorizando un programa socialista.
Estas iniciativas retomaron tradiciones del movimiento obrero, pero con un enfoque novedoso: el protagonismo femenino como motor de politización y empoderamiento.
Aunque estas mujeres inicialmente se involucraron desde roles tradicionales (madres, cuidadoras), su participación transformó su percepción y posición política.
[2] En paralelo, el PO comenzó a criticar la naturalización de roles de género, buscando un enfoque más inclusivo que promoviera demandas como guarderías y anticonceptivos como derechos compartidos entre hombres y mujeres.
Esto reflejó un cambio en su programa, que progresivamente incorporó al feminismo como una herramienta política pero delimitada de su carácter burgués, aunque enfrentó resistencias internas por su supuesto acercamiento a estas ideas.
Entre 2007 y 2012, llevaron a cabo acciones mensuales frente al Congreso, criticando que la normativa no ofrecía suficiente protección a las víctimas mayores de edad y establecía sanciones leves para este delito.
Además, se realizan reuniones sistemáticas para coordinar acciones en distintos frentes como barrios, universidades y lugares de trabajo.
Publican el boletín "Trabajadoras", que sirve como órgano central de difusión, y colaboran con la Prensa Obrera, medio oficial del PO.