Con esta medida, los productores obtenían, por ejemplo, por un kilogramo de harina sólo el importe correspondiente a 700 gramos.
Las autoridades exigieron otra ordalía en sentido inverso, pero Gaisspeter rechazó tal posibilidad y la situación escaló.
Esto apaciguó la situación por un momento, pero poco tiempo después estallaron nuevamente tumultos en Leonberg y en Grüningen, alentados por el párroco de esa ciudad, el Dr. Rainhard Gaißlin, quien criticaba el egoísmo y la ignorancia del Duque.
Otros fueron obligados a pagar multas en metálico y fueron privados de sus derechos.
La paz así lograda no duró mucho tiempo: diez años más tarde estallaban las revueltas conocidas como la Guerra de los campesinos alemanes.