El podestà era elegido por la principal asamblea del municipio y su cargo duraba de 6 meses a un año.
Con los años, el cargo se convirtió en un verdadero oficio ejercido por profesionales que cambiaban a menudo de puesto de trabajo y recibían un salario regular.
Este continuo cambio de personal y de experiencia contribuyó a que las leyes y sus aplicaciones se hicieran homogéneas incluso entre ciudades muy distantes, pero donde los mismos postestàes habían gobernado.
La duración del cargo es variable de una ciudad a otra, y oscila entre los seis meses a los dos años y en ocasiones es renovable por un segundo mandato.
Para Roma se preveía una organización especial, donde la administración era asegurada por un gobernador.