Tras la desaparición del infante Minos se enteró por los cretenses que un ternero recién nacido mudaba su color prodigiosamente hasta tres veces al día.
Minos reunió a los adivinos para que explicasen el prodigio, pero como ninguno encontrara respuesta, Poliído observó que el ternero era como una morera, pues primeramente sus frutos son blancos, luego rojos, y cuando son segados, negros.
Interpretando el augurio fue capaz de tomar el cuerpo exánime del muchacho en la tinaja.
Una vez sepultado dentro, apareció de repente una serpiente que se acercó al cuerpo del niño, y Poliído, juzgando que la criatura quería devorar su cuerpo, desenvainó la espada y mató a la serpiente al momento.
[4][8] Otros dicen que Minos recobró pues al niño, pero ni aún así permitía que Poliído volviese a Argos hasta haber enseñado a Glauco el arte adivinatoria.
Poliído así forzado lo instruyó, pero a punto de zarpar ordenó a Glauco que le escupiese en la boca: Glauco lo hizo y olvidó el arte de la adivinación.