Varios fueron los factores que decidieron a los responsables por este buque: En primer lugar no era demasiado viejo, pues llevaba 15 años en servicio.
En estas circunstancias el armador no puso demasiados reparos a la hora de ceder el buque para su posterior reconversión.
A ello debemos sumar el hecho de que los motores instalados en el Roma no eran los más adecuados para un portaaviones.
El motor original consistía en cuatro turbinas Parsons que permitían desarrollar una velocidad máxima de 21,5 nudos.
Por otra parte en ambos lados de la cubierta se instalaron varios puentes secundarios cuya labor era sostener el armamento del buque y algunos equipos.
Al abandonar los alemanes el proyecto Graf Zeppelin Italia compró los bombarderos en picado Stuka navalizados Ju 87C para servir en su portaaviones.
Habida cuenta de que en los dos hangares situados bajo cubierta solo se podían alojar 36 aviones (26 y 10 respectivamente), el resto, hasta completar los 51 debían ir colgando del techo, lo cual hubiera comprometido su estabilidad caso de ser atacado con su dotación aérea sin haber despegado.