La posada permaneció cerrada entre 1960 y 2006, año en que volvió a abrirse totalmente rehabilitada en su interior pero conservando gran parte de su aspecto exterior.
Su primer propietario fue Juan Posada, hasta que en 1796, los nuevos propietarios, los hermanos Espino, encargaron a Francisco Álvarez Acevedo la ampliación de la posada, mediante una licencia que permitía edificar una nueva planta en las dos fachadas del edificio.
[4] Este trabajo se llevó a cabo bajo el control del arquitecto municipal, Juan de Villanueva.
En 1868, año en el que Isabel II fue destronada, Madrid contaba con diversos establecimiento hoteleros pero la demanda crecía sin poder ser cubierta.
[nota 2][1] Más adelante, en 1892, para mejorar su aspecto estético y como conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento de América, el edificio más antiguo fue coronado con un templete con objeto de colocar un reloj.