La profundidad máxima del pozo ciego está determinada por la capa freática; si el pozo llega hasta el nivel de la capa, la contamina.
[2] A partir del siglo XIX, las legislaciones ambientales de distintos países impusieron limitaciones a la construcción de pozos negros.
Su utilización fue restringida a zonas sin alcantarillado; en estos casos, es necesaria la construcción de una fosa séptica, que recibe las aguas negras, y donde se produce un tratamiento de los residuos y la decantación de la materia sólida.
De la cámara séptica salen las aguas, con escasa materia sólida, que terminan en el pozo ciego.
[3] La fosa séptica, a diferencia del pozo ciego, está construida con materiales impermeables y se debe vaciar periódicamente.