Los antiguos también lo llamaron proemio (proœmium), del griego προ (pro) : antes, y οιμος (oimos) : camino.
El preámbulo debe ser más bien corto y directo.
En las grandes composiciones poéticas, los preámbulos ubicados al comienzo de diversos cantos, podríamos decir que cortan la historia y el estilo, introduciendo la variedad y amenizando la lectura.
Y este uso se remonta a las aèdes o rapsodias griegas, ya que las recitaciones épicas estaban generalmente precedidas por un preludio particularmente llamado proœmium.
Ludovico Ariosto, en la obra poética épica Orlando furioso, precisamente se destacó por estos repetidos exordios.