Preludio, Op. 28, No. 15 (Chopin)

Mientras tocaba el piano tuvo un sueño en el que se vio a sí mismo ahogado en un lago y grandes gotas de agua helada caían de forma regular sobre su pecho.

Protestó con toda su fuerza -y tenía razón- contra la puerilidad de dicha imitación auditiva.

[5]​ Frederick Niecks dice que el preludio "te hace pensar en el claustro del Monasterio de Valldemosa y en una procesión de monjes portando a un hermano a su última morada cantando lúgubres responsos en la noche cerrada.

Cambia después a un "lúgubre interludio" en Do sostenido menor con "un pedal dominante que no cesa nunca, un basso obstinato".

Niecks dices, "La parte en Do sostenido menor... te afecta como un sueño opresivo; la re-entrada del tema original en Re Bemol ahuyenta la horrible pesadilla y reintroduce la frescura de la naturaleza sonriente y familiar – sólo después del horror de la imaginación se puede apreciar su serena belleza en su totalidad.

Preludio Op. 28 n.º 15, página 1 (autográfico)
Preludio, Op. 28, n.º 15 interpretado por Giorgi Latsabidze .