Cada año corresponde a un momento de relevancia histórica en la que la capital inglesa ha sido clave.
En él quedaba patente la integridad de la federación danesa como "principio esencial y necesaria para Europa".
Sin embargo, Federico VII promulgó un cambio en la línea sucesoria de los ducados que entró en conflicto con el reino escandinavo debido a la oposición del monarca.
Más adelante, ambas partes acordaron permanecer como entidades independientes.
[3] Once años después estallaría el conflicto entre Alemania y Dinamarca.
[4] Tras ser administrada bajo control austro-pruso, Kiel les fue cedido a estos últimos en 1867.