El psicólogo educativo es la persona licenciada o graduada en psicología, con un máster específico en Psicología Educativa (mínimo de 60 créditos ECTS), cuyas funciones diferenciadoras (distintas a las de cualquier otro profesional) son: la evaluación diagnóstica y psicoeducativa, el asesoramiento psicológico a los distintos agentes de la comunidad educativa –alumnos, profesores, padres y autoridades académicas-, la intervención psicoeducativa de tipo comunitario y la mediación, coordinación y derivación a otros profesionales, en todos los niveles educativos.
[1][2][3][4][5][6][7] Lo que determina la especificidad del psicólogo educativo, frente al resto de colegas psicólogos y a otros especialistas, viene constituido por un triángulo académico en cuyos vértices aparecen tres categorías: profesores, alumnos y currículos (ver gráfico).
El macrosistema tiene un carácter más general y global, remitiéndonos a la incidencia de, por ejemplo, las distintas sociedades o países en el producto educativo final.
[10] La evaluación se concentra en al menos dos grandes tipos: la diagnóstica (detección de disfunciones: discapacidad física, sensorial e intelectual; dislexia, TDA-H, TGD (TEA), etcétera) y la psicoeducativa (detección de problemas: curriculares, clima escolar, familiares, entre otros muchos).
Una tercera función es la de la intervención comunitaria, en sus tres facetas más esenciales: la correctiva, la preventiva y la optimizadora.
La licenciatura o grado de psicología son a todas luces insuficientes (aunque necesarios –imprescindibles-), pues no están diseñados para conseguir concretamente la especialización antes señalada.