En la Argentina comienza a practicarse en la década del 60 y organiza su quehacer en la cirugía pediátrica.
Por su visión integradora, se convierte en un conjunto de conocimientos, acciones, recursos y habilidades específicas.
En esta práctica el espectro de aplicaciones es heterogéneo, dado que los procedimientos quirúrgicos están en relación con la enfermedad en sí, el órgano, aparato o sistema comprometido; los riesgos, la complejidad del acto médico.
El tratamiento de dichos síntomas requiere trabajar en comunicación estrecha con los cirujanos y tener en cuenta las peculiaridades del contexto quirúrgico.
El dolor era admitido y considerado por todos como una manifestación natural, fisiológica e inevitable de la parturición.