Publio de Zeugma

Turquía), es también conocido como San Publio, abad.

Tras vender todos sus bienes y repartir los beneficios entre los pobres, vivió primero como ermitaño y después como cenobita.

Se sabe que la iglesia, a la que debían ir conjuntamente los monjes de ambas comunidades, al inicio y fin de la jornada, tenía dos coros para cada uno de los dos grupos.

Para tener siempre presente que se debía progresar en el fervor hacia Dios, cada día añadía un detalle a las prácticas de penitencia y devoción.

Tanto detestaba la ociosidad y era consciente del inestimable valor del tiempo, que decía que éste “vale más que el oro, porque vale la eternidad”.