Puerta de tríptico (Maestro de Sobrado)

Conformada respectivamente en cada cara por una pintura sobre tabla y un bajo relieve, la parte escultórica del tríptico representaba casi con total seguridad un Calvario, donde Cristo crucificado constituiría la parte central de la composición presente en el interior, flanqueado por sendas puertas en las que figurarían la Virgen María a la izquierda y San Juan a la derecha.

[1]​ La tabla resulta peculiar por combinar dos técnicas muy diferentes: en la cara interior o reverso figura una imagen en bajo relieve mientras que en la cara exterior o anverso se halla una pintura sobre tabla, ocupando ambas la misma superficie, de tan solo 1,90 cm de grosor.

En la pintura, los listones laterales que fungen a la vez como marco están tallados en la tabla misma, técnica denominada en francés «taille dans la masse», mientras que el listón de la zona superior se halla unido al soporte mediante encolado y dos clavos.

Esta capa dota a la tabla de una superficie lisa y amortiguada idónea para el bruñido del pan de oro, proporcionando a mayores una tonalidad cálida y enriquecida, aunque este solo se ubica en las secciones que fueron doradas.

El mobiliario del dormitorio se completa con un arcón de madera profusamente decorado el cual hace juego con el lecho, destacando en el suelo ajedrezado una alfombra cubierta con motivos vegetales.

[1]​ El bajo relieve muestra una ejecución totalmente opuesta a la pintura y muy cercana al Maestro de Sobrado ya que el estilo aquí evidenciado se halla tan ligado al retablo de la Quinta Angustia que su procedencia del taller del artista constituye un hecho indudable.

Respecto a la vestimenta, esta se encuentra plagada de pliegues voluminosos y quebrados, aspecto muy característico del Maestro de Sobrado, con el drapeado ciñéndose a un esquema que sigue rítmicamente el movimiento producido por la torsión de la rodilla izquierda en un claro y a la vez violento contrapposto manierista.

El rostro refleja perfectamente la compassio Mariae, destacando unos ojos entreabietos y en términos generales una tensión de gran dramatismo.

El problema más grave radicaba en el óxido del barniz, el cual apenas permitía contemplar la pintura aparte de desvirtuar por completo las tonalidades.

[1]​ Respecto a las labores de reparación, acometidas por la restauradora Cristina Rodríguez Rodríguez, el soporte fue desinsectado mediante el empleo de vapores de paradiclorobenceno, procediéndose a retirar el listón superior para poder limpiar el área así como los clavos, eliminados al igual que un cáncamo que además no eran piezas originales.

Para las zonas con pérdida de preparación se procedió a estucar y nivelar con un estuco similar al original, mientras que la reintegración cromática se ejecutó mediante el empleo de acuarela aplicada según la técnica del puntillismo debido a que era el método que mejor se adecuaba al pequeño formato de la tabla.

Detalle de la pintura antes y después de la restauración.