Pugio

Los romanos lo adoptaron de los pueblos hispanos, del mismo modo que el gladius hispaniensis.

Resultaba un arma ideal para apuñalar, y podía, con una buena acometida, perforar una cota de malla.

Esto se debía a que poseía un nervio central que dotaba a la hoja de resistencia y firmeza.

El pugio era un arma auxiliar o de último recurso, y estaba expresamente hecha para clavar.

Respecto a la etimología de la palabra, probablemente «pugio» procede de la raíz proto-indoeuropea «peug-», que significa «apuñalar, pinchar» o «dar un puñetazo»; es la misma raíz que se encuentra en otras palabras latinas como «púgil» (boxeador), «pugnus» (puño) o «pugna» (pelea a estocadas o pelea a puñetazos), y en el término griego «pygmé» (puño).

Reconstrucción de un pugio romano.