Este cerro se considera un caso exitoso de restauración ecológica, ya que en el pasado presentó deterioro a causa de diversas perturbaciones, afectando directamente su integridad ecosistémica.
El área forma parte del Eje Neovolcánico Transversal.
Debido a esfuerzos de restauración ecológica y protección, la zona recuperó gran parte de su cobertura vegetal y su diversidad biológica.
También se llevan a cabo actividades de educación ambiental, senderismo, campamentos, capacitaciones, reforestaciones sociales y un programa permanente de voluntariado.
Tras 18 años de conservación, se han registrado en la zona: