Purificación es un nombre propio femenino de origen latino en su variante en español.
Proviene del latín purificatĭo, -ōnis, y este a su vez del griego pyr (fuego).
Igual que Candelaria, tiene su origen en la fiesta de Purificación de la Virgen María, cuando presentó a Jesús en el templo 40 días después de su nacimiento.
En esa fiesta se celebran procesiones con candelas encendidas.
Sugiere el poder del fuego como purificador y el anhelo de pureza.