Su petición fue rechazada, pero Julio César les concedió lo solicitado posteriormente, en 59 a. C., mediante un proyecto de ley presentado en los comicios para tal fin.
Metelo frustró todos sus planes, ya que Pompeyo era considerado en ese momento el enemigo más formidable de la aristocracia.
Metelo se opuso a la ley agraria del tribuno Lucio Flavio hasta el punto de ordenar el tribuno su encarcelamiento, pero ni así consiguió doblegar su oposición y finalmente la ley fue retirada.
Actuó con tanta energía y decisión a favor de la aristocracia que Cicerón lo llamó egregius consul y, aunque al principio no se opuso a la adopción de Clodio en una familia plebeya por no dar importancia al asunto, al darse cuenta de que Clodio iba a favorecer la causa del partido democrático, Metelo se opuso a su plan usando todo su poder a pesar de que estaba casado con Clodia, hermana de Publio Clodio Pulcro.
Como existía una amenaza de guerra en las Galias, el Senado determinó que los cónsules debían por sorteo asumir la gobernación de dichas provincias, pero Metelo, al parecer, no llegó a salir de Roma en el año 59 a. C. Murió tan repentinamente ese año, que se supuso que había sido envenenado por su esposa Clodia, hija de Apio Claudio Pulcro y Cecilia Metela.