Tuvo su actuación más destacada en la batalla de la Vuelta de Obligado, en que defendió exitosamente la artillería que provocó serios daños a las fuerzas británicas y francesas.
Por enfermedad de Lamadrid y por haber finalizado la campaña de Arenales, no se incorporaron a sus fuerzas, y se les encargó reunir tropas para la inminente Guerra del Brasil.
Rodríguez se incorporó con unos 80 soldados tucumanos a la división salteña organizada por el coronel José María Paz la cual – reforzada en Santiago del Estero con nuevos reclutas – recién pudo ponerse en marcha hacia el Brasil en abril del año siguiente.
Brevemente ejerció también como Jefe de Estado Mayor del Ejército Republicano.
Ocupó cargos en la ciudad de Buenos Aires durante los años siguientes.
Durante los años siguientes ocupó cargos casi exclusivamente administrativos, y no participó en la guerra contra la Coalición del Norte.
Las naves invasoras fueron detenidas por una doble cadena que cruzaba el río, dando oportunidad a las baterías – comandadas por el coronel Juan Bautista Thorne – de cañonear los buques enemigos.
Ante los daños que infligía la artillería, las tropas aliadas intentaron acallar sus fuegos desde tierra.
Mientras tanto, las partidas de caballería evitaban desembarcos algo más alejados.
También participó en la Batalla de Punta Quebracho, en que también se causaron graves daños a los invasores.
En 1883, el almirante Sullivan, comandante de la escuadra británica en la Vuelta de Obligado, se presentó ante el consulado argentino en Londres, para devolver una bandera tomada a una batería argentina: