Durante la enfermedad, Reginaldo tuvo una aparición de la Virgen María, que le mostró el hábito blanco dominicano, invitándolo a vestirlo.
Reginaldo sanó milagrosamente y pronunció los votos religiosos en las manos de Domingo, que lo invitó a seguirlo en Bolonia.
Reginaldo permaneció casi un año en Bolonia como prior de los dominicos, mientras Domingo estaba en España y en Francia.
Yo no creo haber adquirido algún mérito particular entrando en la Orden, porque en ella he estado siempre muy feliz".
Padre Daniel Penone, OP., I domenicani nei secoli: panorama storico dell'Ordine dei frati predicatori, Boloña, Ediciones Studio Dominicano, 1998, ISBN 88-7094-331-3.