Podemos encontrar autores que tratan la religión como una muestra cultural más, no diferente en esencia de cualquier otro elemento folclórico.
Finalmente, también existen autores con sólidas creencias religiosas cuya fe impregna sus escritos.
En este pasaje, La Fundación se vale de la religión para dominar a los reinos que la rodean.
En estos registros pueden ver que una civilización avanzada, con un gran sentido artístico y una gracia suma.
Tanto la novela gráfica, de Alan Moore y David Lloyd (1982 - 1988) como su versión cinematográfica, de los Hermanos Wachowski (2005) plantean un futuro distópico en el que dirigentes fascistas se han hecho con el poder.
En dicha obra se presenta a los judíos y musulmanes como minorías perseguidas.
En su obra un ingeniero diseña un "carburador atómico" que desintegra la materia y deja como residuo fragmentos de divinidad en estado puro.
Como efecto secundario, los hombres afectados por este residuo se vuelven capaces de obrar milagros.
Algunos de ellos se vuelven profetas o Mesías y comienzan a luchar entre ellos hasta casi aniquilarse por completo.
Así, en Mesías (1965), Gore Vidal plantea un futuro en el que la humanidad ha sucumbido al poder de una secta, los "cavitas".
El protagonista va narrando cómo los seguidores del predicador John Cave, van creciendo en número hasta que personajes oportunistas y poco escrupulosos se valen del carisma de Cave, creando una religión a su alrededor, escribiendo por él textos sagrados y manipulando la historia hasta fundar una religión que se expande por el mundo.
Este excesivo poder social del hecho religioso y la misma corrupción que produce resulta ser un tema de moda en la ciencia ficción en español más reciente.
En Argentina, donde también se vivió una represión similar, encontramos a autores como Carlos Gardini, quien en Belcebú en llamas (2008) construye un escenario gargantuesco originado por el fanatismo religioso y que podría servir de denuncia a ciertas actitudes propiciadas por un indebido poder económico y político en manos de líderes religiosos.
Un ejemplo claro lo tenemos en Orson Scott Card, cuyas creencias mormonas, aunque no se evidencian en sus relatos, sí marcan un punto de vista en los mismos en el que se resaltan con fuerza los valores familiares.
Wells, Stanislaw Lem, Kurt Vonnegut, Harlan Ellison o Bruce Sterling, entre otros.
No porque crea en una vida ultramundana, sino por las connotaciones de honor que ello conlleva.