Este estilo en la arquitectura, la pintura, la escultura y las artes decorativas, que se había desarrollado durante los últimos años de la vida de Luis XV, principalmente como reacción a los excesos del movimiento rococó, pero también en parte debido a la popularidad de las excavaciones en la antigua Herculano y Pompeya, en Italia.
En el caso de las piezas de Luis XVI, la piedra, generalmente mármol blanco, alabastro o bizcocho, se combinó con bronce dorado y/o patinado, aunque algunos casos fueron completamente fundidos en bronce.
Algunos modelos eran arquitectónicos, es decir, sin figuras, mientras que otros mostraban figurillas de estilo clásico.
La libertad de comercio iniciada por la Revolución Francesa permitió que muchos fundidores desarrollaran grandes fábricas.
Al combinar figuras y montajes, se produjeron varias versiones de un diseño.
Incluso en aquellos días, se tomaban todo tipo de precauciones contra el envenenamiento por mercurio.
En cuanto al mecanismo, hacia finales del siglo XVIII, los movimientos de relojería redonda se convirtieron en un producto confiable producido en masa.
Un pequeño reloj, normalmente cubierto por una campana de cristal, podía costar 150 francos y 7.000[5] francos para las obras mayores destinadas a decorar los salones de palacios y grandes casas.
A veces, personajes históricos como Alejandro Magno, Julio César, George Washington, Napoleón Bonaparte, filósofos y autores clásicos, también fueron el tema principal.
Apolo, Diana y Cupido representados como conductores de carros triunfantes, fueron los dioses más populares utilizados.
Durante la Restauración, 1815-1830, la representación de escenas bélicas no era tan habitual como en los primeros tiempos del Imperio.
Los relojes del imperio en general y los ejemplos más grandes y notables en particular de los mejores bronceadores, como Pierre-Philippe Thomire, Claude Galle, André-Antoine Ravrio, Louis-Stanislas Lenoir-Ravrio, etc., se consideran más que simples relojes.
Hoy en día muchas de ellas forman parte de colecciones reales y se pueden ver en palacios, residencias oficiales, embajadas, ministerios, museos de todo el mundo, etc. Incluso hoy en día algunas empresas replican este estilo, demostrando que la atención al detalle, el gusto exquisito, la excelente mano de obra, la elegancia y el refinamiento logrados por los diferentes artistas y artesanos involucrados en su fabricación, son eternos y atemporales por igual.