Según algunos expertos sería en realidad un autorretrato, pintado por la artista cremonesa en un periodo de nostalgia, durante su larga estancia en España.
Un cierto nerviosismo atraviesa sus labios y los cordones de su camisa blanca bajan un poco descuidados, no son elegantes.
Fue pintora, pero se retiró muy joven del mundo y vivió en un convento, en Mantua, con el nombre de sor Minerva.
Esta hija Minerva no fue pintora pero, excelente en literatura latina e italiana, ejerció como maestra y educadora.
Aunque no fue pintora, destacó como "excelentísima en letras latinas y vulgares", como recuerdan Antonio Campi y los demás biógrafos; Minerva será recordada como una de las figuras favoritas de sus hermanas en algunos retratos familiares.»[2]